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Mi blog. Un espacio en donde expondré muchas de las cosas que me gustan, disgustan e impactan.

Más sobre mí »

el trueque fugaz
me vendo los ojos y avanzo en un cuarto sin luz. neutralizo mis miedos. un aroma me llama. un perfume diseñado en mi mente, hace ya un tiempo, se vuelve real. empiezo a danzar rápida y cadenciosamente, me dejo llevar sin preguntarme por qué estoy ahí. por qué me dejo conducir por ese ritmo. sólo hay una respuesta: estoy siendo feliz. una cálida vibración roja circunda toda mi piel. miel en mis labios. expansión de pensamiento. todo se calma. todo se ordena. todo se pronuncia. ahora la danza sigue y sigue.

escucho los tambores de esos besos playeros a escondidas, de esas cremoladas con jarabe regalado, de gansos alcahuetes y de cada kilómetro que recorrí en ese viaje dormido hacia el sur. todos esos tambores redoblan esta orquesta, la excitan a seguir tocando y a mi a seguir interpretando este enérgico número.

me despierto atontado en la orilla y voy recordando que fui un polizón en un barco sin rumbo. un barco al que subí bajo un acuerdo: recibir esperanzas a cambio de experiencias. esperanzas para continuar, para encontrarte, para sentir. para saber que hay mucho más si levanto la mirada. que hay mucho más si me atrevo a vivir otra vez. fue la entrega sin temor quien elaboró las experiencias tan genuinas, amplias e indelebles que voy reconociendo en medio de mi desconcierto post travesía.

¿fue acaso mi atracción por lo irreal y por lo confuso quien me atrajo a esa incierta circunstancia? no sólo me gustaba el personaje, pese a los perjuicios que me podría ocasionar, sino que fue su conexión con él mismo lo que confirmó que debía dopar mi razón y actuar desde la naturalidad. fue, entonces, su fondo y su forma quienes terminaron por cautivarme hasta el embeleso. hay ahora tantas fantasías pendientes, tantos planes sin consumar, futuros libros no comentados y varias manías por tratar que se van junto al recuerdo imparcial que le otorgué.

pero, realmente ¿cuánto calé? ¿Qué tan rápido se olvida una historia como la que ofrecí? ¿lo hice por ser inolvidable? ¿lo hice por sentirme poderoso? pues no y claramente no. lo hice porque estoy vivo. y hoy lo estoy más. fueron años en la opacidad emocional, sumergido en pasos calculados y recelosos. he sido, con orgullo esta vez; genuino, cándido y auténtico para volver a existir ahora. para avanzar por ese estropeado puente de madera sin temor a caer adormitado al río hablador. reconozco que existió algo que me animó a confiar cuando ya no había más promesa.

¿se habrán sentido un poco así los hombres que desprecié de mi vida? los que no tuvieron una historia junto a mi más larga de lo que permití. hoy valoro la valentía de ellos por intentarlo, por olvidar. hoy gozo de ese orgullo y satisfacción que causa el entregarse a lo que uno cree. una puerta abierta se valora más que mil cerradas. sólo sé que los cuerpos recordarán la pasión vivida, aunque invadir la gloria quedará en la memoria del alma sin riesgo de amnesia.





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inicio


paredes en blanco por toda la casa, en blanco como ha quedado mi mente. un color marfil jaspeado se atreve a irrumpir en su virginidad por un rincón del comedor, una caja pesada y mortuoria, la nueva casa donde ahora descansan las cenizas de mi abuela. hace dos meses murió, se fue de esta casa, su refugio y templo castrense. jamás en toda mi vida había considerado esto posible pero recordé que soy humano, algo  que suelo olvidar muy a menudo. mi mente sigue en blanco con mareos entre tanta libertad y nueva y antigua frustración.

había perdido, tal vez por puro orgullo, la capacidad de sorprenderme y es que era algo más allá de ver lo agradable de todo, sonreirle y sentir que me hace feliz. esto era ver lo genuino de las cosas y aceptar con emoción lo resaltante. durante muchos años, acepto que siento estar viviendo un sueño, un sueño eterno en el que nunca quize despertar por miedo a lo que vería. claro, las cosas suceden aun, tengo éxitos, fracasos, sueños, problemas, festejos y necesidades, pero siento que no soy yo mismo, que estoy sumergido en una niebla gris de la no he querido desprenderme por mucho tiempo. hoy cuestiono este fenómeno, que por más fantasioso que suene, ha sido benigno y maldito a la vez. no quiero seguir acá, pero por dónde escapar en esta niebla con vida propia, capaz de sumergirme más en ella si es que avanzo sin brújula entre ella.


la mañana siguiente me desperté mareado, muy embriagado y confundido sobre lo que estaba pasando. estaba en mi cama, amigos, luz matutina, voces cerca a mi puerta. al revisar mi casa sólo existía un escenario: destrucción. cintas de plástico amarillas en el suelo resfregado por tierra, alcohol y vómito rancio, vasos acrílicos en pedazos, vidrios rotos, restos de globos metálicos a color, botellas de vidrio vacías, vasos y jarras rotas e incluso verduras y frutas trozadas por todo lado. era un sueño hecho realidad, una maravilla. luego de semanas de preparación, había hecho una fiesta, mi primera fiesta en mi casa, luego de tanto tiempo, tantos años, tanto sufrimiento por la castración, por la violencia, el miedo, ahora eramos libres. libres. luego de un rato, busqué mi celular y llaves, todo perfecto. mis documentos estaban perdidos, como si hubiera, figurativamente, dejado de tener identidad desde esa mañana. para las siete de la noche había llorado mucho desde un dolor de esos que no nacen de hoy, sino de todas las veces que haz silenciando a ese argumento justo, pero que no puedes complacer. Qué había hecho de mi vida. Era como si luego de haber ido contra la corriente desde mi formación, finalmente pudiera llegar a otro caudal, y viéndome en éste no sabía ya qué más hacer, no estaba preparado para esto y no sabía por dónde empezar, ni cómo. no tengo amigos, ni sé cómo hacerlos y creo necesito cambiar. si bien toda mi vida busqué algo, ahora que está acá, no sé cómo manejarlo, me estoy perdiendo en este gran salón en el que ya todos saben cómo bailar y a mi se me va acabando el tiempo tan sólo para ensayar. estoy desesperado. perdido y desesperado.

a los 16 años todo era más fácil, tal vez a esa edad yo me ayudaba más, tal vez no estaba tan loco como lo estoy ahora. yo sabía dónde ir, cómo conseguir lo que me hacía feliz, de qué manera funcionaba y lo mejor de todo, era que cumplía su función. siento como si yo mismo me hubiera sumergido la cabeza en una balde de agua tibia durante años, sin respiración, sin escape, ahogándome aun más en mis adormecidos sueños tal vez para aturdirme más y esperar que los malos ratos pasen, momento en el cual volvería a respirar con tranquilidad y superación.

y ¿qué si me convertí en un cómodo habitante de la desesperación? ¿qué hago si ya no sé cómo salir de acá? ¿cómo se respira? ¿puedo acaso hacerlo solo? siempre he tenido una necesidad por hacerme el fuerte, el infalible, el sabio, el coherente, pero en realidad yo no sé nada. soy sólo un niño asustado frente a una vida que me queda muy grande. maldigo mi falta de dinero, la falta de un papá, de una familia, la falta, incluso, de mis propias habilidades que olvidé ensayar para estar tarde. me sudan las manos frente a lo que quiero, no voy tras las cosas que necesito, tengo temor a fracasar y quedarme solo y sin lo poco que ahora tengo. no sé hacia dónde ir, ni cómo salir de acá, preferiría dispararme y escapar.

todo lo que tengo, tan sólo necesito olvidarlo. estoy cansado de todo lo que he hecho por 20 años, no me ha gustado, al final. ya no tengo miedo a que me juzguen, me descubran, pues ya no quiero caerle bien a todos, ya no busco amigos luego de una sonrisa,  ya no invito a gente a salir o les saludo para conservar los vínculos. la amistad es algo muy relativo. ya no necesito imaginar que soy el mejor, porque no lo soy y así estará mejor.
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Después del Pachacuti.
me acomodo el polo antes de empezar a escribir esta tarde esperada, y es que dos años después, esto no es una tarea regular. Han pasado tal vez, la mayor cantidad de cosas influyentes que hayan aparecido juntas en estos dos años, que en cualquier otra etapa de mi vida. Desmembraremos en poco, imaginen.

Me hallé perdido, totalmente perdido, como nunca antes, tal vez. Sin refugio, pero con esperanza urgé en internet, en esa fuente a la que siempre le estaré agradecido y decidí utilizar mis redes sociales olvidadas, entre ellas, twitter. Emergente página minimalista que te animaba desde un fondo celeste y sin un fin muy claramente definido, a 'twittear' o mejor dicho, enviar SMS a un foro de 'amigos'? Algo que hoy entiendo es que si no te actualizas, mueres. Más de 50 personas en Lima hoy son parte de mis amigos twitteros, muchos de ellos, excelentes seres humanos, tan iguales a todos nosotros tanto como nosotros mismos.

Fue desde ahí que como una catarata inmensa las cosas empezaron a darse parte 1: amigos, salidas, alcohol, fotos, más amigos y la parte 2: amigos, salidas, alcohol, fotos, más amigos (aquí insertamos parte 1 en parte 2), etc, etc. Una maravillosa escena se daba frente a mis ojos, lograba volver a hallarme entre todo mi mundo, ese mundo infalible a la mi decepción, siempre tan adecuado y construido a mi medida, bien para hacerme sentir normal o bien para confirmarme lo solo que estaba del sistema social que veía.

María José, mi mayor pilar en mi vida social y personal había muerto. muerto para mis ojos que ya no podrían verla en las noches comprando tragos baratos o danzando sin control entregándose a mis brazos enredados a su cadera, rodeados de nuestro mundo e historias adolescentes tan fáciles y tan dramáticas a la vez, experimentando con nuestras vidas y sentimientos. Debía volver a su país, luego de más de 15 años de residir en Lima y contarme con tanto placer sobre lo increible que se la pasaba en las vacaciones que obtenía junto a su familia en la tierra que extrañaban, cada dos años. Una vida muy inestable apareció ante mi, entre un futuro académico incierto y una vida social de plástico color pastel.

Sin embargo, no me estaba yendo mal, me recuperaba junto a diferentes formas de ver la vida, diferentes maneras de interpretar lo que sucedía, pero con una historia idéntica, la del internet y la de la sensación de ser parte de esta primera generación del social media a cada hora. No puedo negar que Luego de 4 años de estar al lado de una chica, compartir con tanta confianza junto a amigos afines era muy satisfactorio.

Sonrisa adorable, altura adecuada y un gran lago en sus ojos, de esos que al ver sientes que la persona que porta esa marca es realmente especial. Elementos suficientes para dejar de pasar desapercibida su presencia y migrarla al conocido estado de observación seductora, y fue mutuo.
Decadente, libre, gracioso y lindo, junto a su parapsicológica forma de bailar y la constante energía que portaba para hacer a la gente feliz, me cautivó al instante, tal vez soy onanista inconscientemente pero me recordaba mucho a mí, a la manera en la que veía la vida en ese momento! era la persona que estaba buscando para mí. Todo un niño loco.

Ha pasado un año con 7 meses, y aun estoy de acuerdo con lo que pensé al inicio, a excepción que es todo eso y mucho más, uno lo va sabiendo a medida de conocer a alguien y no creo pueda cambiar de opinión, pese a los recuerdos de tantos problemas pequeños, medianos y grandes que hemos tenido, y el impacto social que causan estas dramáticas turbulencias en nuestras relaciones sociales, hemos crecido balanceadamente, tal y como todo el resto de amigos, a los que, incluso, logro ver más humanos y mundanos de lo que pensaba antes. Es difinitivamente mejor darme cuenta que todo es normal en este mundo.

Paso actualmente por un proceso de infarto, por qué no aceptarlo, de shock al notar cómo el tiempo ha pasado. Tener mi primer trabajo con todos beneficios laborales de ley, me había provocado, finalmente, darme el último empujón y mirar hacia atrás entre tanto confuso recuerdo que ha comido junto a mí, que logré entender y despedir durante mucho tiempo. Cosas tan fundamentales como crecer, soñadas como volar y hermosas como el amor. Aprender a entender lo que es realmente una relación, una promesa, un compromiso, un horario, un valor, un deber, una buena noche, una imagen social, el verdadero valor de no prejuzgar, entre millones más.

Mi equipaje en una recipiente de plástico avanza entre una misteriosa estructura metálica, pasaporte final para enrumbar por los aires, por primera vez; mi corazón palpitaba jadeante, mi cuerpo nervioso caminaba torpe y ansioso por zonas desconocidas del aeropuerto de Lima, era tiempo de embarcar hacia un sueño, gracias a la ostentosa inversión que hago sin mirar a la cara mi creciente economía. Un viaje en avión con ventana es una de las cosas más increibles que un primeriso navegante de los cielos puede experimentar, pero no si su vuelo es de madrugada, entre angustias, emoción, sueño, sorpresa y dos whiskies con una copa de vino tinto.

Pequeños recipientes de plástico, pero suficientes para darme la dosis exacta que me llevaría a Santiago de Chile a las 5:30 am, luego de una cómoda siesta y un intenso e irónico frío de verano. La Policía internacional fue un juicio filmado e indiferente, encontrar mi maleta fue menos traumático de lo esperado y ver a María José otra vez en medio de una hermosa mañana sureña, junto a su padre, hoy menos temido por mí e incluso sorprendentemente hoy más hospitalario. Chile se rendía a mis sueños y un sueño cumplido aparecía en mi larga lista de felicidad.

Asistir al concierto de Britney, personaje fundamental en el desarrollo de mi vida social y superación personal, por más alucinantemente gay que parezca; viajar fuera del Perú, acabar mi carrera, conseguir un empleo adecuado para mí, tener de vuelta un iPod touch, conocer a alguien importante en mi vida, haber probado makis, ver a Manu Chao cantar en Vivo tan cerca de mi, tener a mi madre junto a mí como una gran amiga, verme más seguro, libre y sincero, haber conocido a personas maravillosas, legalizar contento y descubrir una verdadera música perfecta, han sido tan sólo algunas cosas de las maravillas que me han sucedido durante el tiempo que no he estado acá. Pareciera que alejándome del blog, mi vida entra en un estado de actividad casi sísmica, pero siento que esto es simbiótico, yo necesito del blog, el blog necesita de mi vida, y mi vida necita de mí y el blog. Sí que han pasado año y meses que han sonado ya a años, pero no lograba ordenar esta vida, sino hasta que silenciosamente, esta entrada del sitio me lo preguntara y yo, yo sé que necesito su campo, un espacio.


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Un pachacuti.
Verano, 2010. De vacaciones por fin, con tiempo, tal vez tanto como para reaccionar luego de la vorágine que no había notado. No he estado durmiendo mucho desde que compré mi nueva computadora, pese a haber tenido que estudiar para mis finales y terminar trabajos, no me he resistido al hecho de poder hacer y ver muchas cosas nuevas. Instalar Windows 7 ha sido una de ellas, evento que me ha causado más de una pasión. Me he inscrito en un par de talleres, he pasado un espectacular año nuevo, me siento cada vez más cómodo con mis amigos y luego de mis clases de bar y enología, no me gustan los vinos dulces.



María José, mi mejor amiga, la única, ya no vive en Lima y mucho menos en Perú. Evento que temía desde 2005 y que ahora es una profecía comprobada. Me dediqué durante más de un mes a vivir nuestros últimos momentos juntos de la mejor manera, con días comprando piratería, almuerzos juntos, amanecidas tomando alcohol barato en su azotea, ver a nuestros amigos en común y hasta organizándole una fiesta de despedida en la que realmente brilló. Gozamos tanto en la pista de baile; sí, aquella que inauguramos a los 17 años. La vez en que ella, me tomaba de los hombros y yo de su cintura, mientras saltábamos enérgicamente con la cabeza hacia atrás, gritándo eufóricos al escuchar un remix de Star 69 por Fatboy Slim. No nos importaba pisar a los demás, que nos miraran extraño o causar verguenza a nuestros amigos, tan solo queríamos vivir extremadamente la noche, tanto como siempre lo habíamos querido, incluso mucho antes de juntarnos, y que ahora, por fin, habíamos dado con aquel ser extraterrestre que nos facilitaba concretarlo.



Felipe Vela se fue 6 semanas antes que María José. No me afectó tanto su partida intespestiva , no solo porque no tengo un pasado tan intenso ni maridaje perfecto en gustos, ni sabores como con María José, sino porque además, él decía iba a volver en marzo. Partió a New Jersey, luego que su oferta de trabajo fuera cancelada por "Work and Travel". Algunos familiares lo esperaban allá y tenía casa y comida al menos asegurada. Estando él aquí o allá nos comunicamos por el mismo medio, internet. Aunque claro, ahora el tema se focaliza en su futuro, laboral o económico, además del impacto cultural que está experimentando. Atrás quedan los dias en que coincidíamos en línea para planear nuestras próximas salidas estratégicamente, en burlarnos de los personajes WTF del facebook o de chismear sobre los últimos movimientos de nuestros amigos. Espero volver a verle.


Es duro reaccionar y darme cuenta que estoy, en mi círculo más inmediato, bastante abandonado. En gran parte es bastante intensa mi confesión y algo atípica esta entrada en mi blog, pero es que he notado que mi vida ha cambiando oficialmente. Antes, tenía mucha más predisposición para confiar y crear nuevos Amigos, menos prejuicios en confiarle mi personalidad a alguien, sabiendo que esta me responderá de manera similar. Ahora, pienso que mis sonrisas lumínicas, predisposición a juego y actitud amable, me hacen ver un tanto irreal, asexual y plástico, y debo decir por cierto que, más que una confesión emo-puber, es este un comentario sincero y honesto que necesita ser expuesto en algun rincón mio, como este. El hecho de volver a comenzar desde el inicio me asusta, me confunde y me hace sentir un tanto deshallado, sin embargo, parece que la única manera de construir un mejor mundo es aplicar los métodos correctos, aunque esta vez aumentados y bastante corregidos.


Tengo muchas ganas de viajar, aprender mis libretos, comprar pesas y de vivir sin ansiedad. Aun no tengo celular y un 90% de veces estoy muy feliz que sea así. Luego me espera un 4to ciclo, uno que debería ser 6to; dos ciclos finales en el Icpna y varias lecciones de patinaje. Asi será. Todos mis cambios siempre coinciden con los año nuevo chinos, esta vez le toca al Tigre y estamos muy cerca, sin embargo tamaño cambio en mi vida, no solo podría ser un simple año nuevo, sino, más bien, un pachacuti, un cambio profundo en el ser humano. Una especie de renacer que las personas experimentan a partir de un fenómeno climático o un cambio social que resulta en una transformación total de la conciencia, debo decir, que en general, un pachacuti afecta a un universo, y no temo salirme del contexto conceptual, pues mi propio universo, en el que vivo y disfruto ha sido remixeado.

Estaré informando.
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Más movilidad sin móvil.
A los 15 años mientras cursaba el 5to de secundaria una enorme necesidad empezaba a aumentar en mí. Un ansia de estar en contacto con las personas, más cerca, sentirme mayor, con poder y a la "moda", como muchos de mis contemporáneos lo estaban. Al comienzo no sabía como manejarlo, sólo veía modelos por internet, deseando poder tocarlos, presionarlos y usarlos cuando apenas se me plazca. Salir y demostrar que yo también era parte de esa sociedad emergente, más oral. Luego de mil y un fantasías sobre el momento en el que lograra mi deseo, empecé a entender que tarde o temprano lo tendría.


Un celular. Ya se lo había dicho a mamá, demaciadas veces como para que lo olvidara, de todas las manipuladoras maneras que conocía a esa edad. Sin embargo, ella me había repetido con la misma severidad que era un gasto el cual, para entonces, consideraba un lujo. Pareciera que tener un celular durante el verano del 2005 era un privilegio que cada vez más jóvenes tenían, excepto yo. El tiempo continuó avanzando, y en mi desesperada ansiedad ingresaba al local de Mundo TIM, tan sólo para recoger folletos promocionales sobre la última novedad: celulares cada vez más pequeños. Los imprimían en tamaño real para que entrenemos los ojos a la nueva era de comunicación y eso a me hacía sentir aun mucho más estimulado. Confieso que al llegar a casa recortaba figuras de los móviles e imaginaba que no sólo tenía uno, sino dos e incluso tres, jugando con Maruja a que recibía su llamada desde una combi que paseaba por la avenida Larco.



Fue para agosto del 2005 cuando tuve mi primer celular. No lo podía asimilar. Un sorprendete y lujoso, para mí, Sony Ericsson t290a, pantalla a color con grabador de voz. Estaba viviendo un verdadero sueño, uno que duró hasta el 2008, casi tres años, tiempo que para ser un mochilero adolescente en Piura, era bastante admirable. No era para menos, luego de tanto desear algo uno siempre teme perderlo y vaya que lo cuidaba, o, pensándolo bien, me cuidaban lo suficiente. El siguiente amor fue un Sony Ericsson w200i, habia quedado prendado de la marca, luego de tres años era increible que mi aparatejo ahora tenga mp3, cámara de fotos e incluso parlantes individuales. En noviembre del mismo año fenesió para nunca más volver.


En el primer momento agradecí la pérdida porque, ya con una vida social más amplia a la que solía tener de escolar, se me había vuelto bastante incómodo recibir llamadas inoportunas, seguimientos maternales y gastar el poco dinero que conseguía en recargar mi línea con saldo. Fue desde ese fatídico noviembre que no he vuelto a tener un teléfono móvil. Muchas personas quedan atónitas al saberlo, piensan que estoy fuea de este mundo, que no tengo vida social, se cuestionan como lo logro e imaginan que soy un anticuado. Solo puedo decir algo a todas las opiniones anteriores. Ahora vivo mejor.


Luego de tanto tiempo de haberlo gozado y consumido, puedo decir que tener un celular es, además de una gran responsabilidad, una manera bastante sigilosa de pertenecer a los demás. La idea inicial de escribir este post, era hacer un llamado, un mensaje a todos aquellos "celular-habientes" que, acostumbrados ya una vida llena de control y perpetua posibilidad de seguimiento telefónico, no le ven aun el lado negativo a portar un móvil. Para ustedes es que escribo este reflexiva y sincera lista:




Pestaña - Anexos y Celulares.mp3
Léase con este apropiado fondo musical



Ventajas de NO tener teléfono celular.



  1. Soy libre de paranóias tecnológicas, evitando pensar que uno de los celulares que suenan cerca a mí podría pertenecerme, no imagino vibraciones falsas en mis bolsillos y tampoco escucho mi timbre imaginariamente en medio de una canción.

  2. No tengo que evadir llamadas inoportunas dejándo el timbre sonar ilimitadamente y creándo confusiones y molestia entre mis amigos.

  3. Colaboro al ahorro de energía mundial al no estar cargándolo las famosas y necesarias dos horas diarias luego de haber escuchado todo el día música por las calles.

  4. Poseo valentía al pasar por calles peligrosas, combis y áreas superpobladas, ya que no tengo nada prominente ni en los pantalones, ni en mi casaca.

  5. Nadie me reclama/putea por haber tenido el celular apagado al llegar a casa un domingo por la mañana, ni al encenderlo de nuevo para continuar mi día.

  6. No gasto ni un solo céntimo en aumentar mi saldo, no me estreso traduciendo la publicidad sobre promociones en telefonía, ni busco preocupado por el barrio algún lugar donde puedan ofrecerme recargas virtuales.

  7. Si me emborracho no tengo que despertar angustiado tocándome los bolsillos para comprobar que estoy completo.

  8. No soy un peligro para la paz de eventos públicos como la proyección de películas, obras de teatro o visitas guiadas en museos.

  9. YO decido a quien y cuando llamar, a la hora que se me plazca, obteniendo una vida libre de presiones e investigaciones.

  10. Las llamadas desde números privados no existen para mí, no experimento esa inseguridad intensa entre el contestar o no hacerlo.


Bonus Track


  • Las competencias sociales sobre superioridad me mantienen sin cuidado, no debo temer al momento en el que todos comparan cuán bueno, bonito y costoso es el móvil.

  • Y la mejor de todas. No tengo que andar preocupado pensando en donde dejé el celular.


Son algunas de las razones por las que, he notado, vivo más cómodo no teniendo un celular conmigo en todas partes. Quería plasmar esto hace muchos meses atrás y ahora, que he regresado a mi descuidado blog era momento de concretarlo. Agrego, además, que con todo esto no quiero afirmar que el tener un celular sea incoveniente e indeseable, te puede sacar de muchas confusiones y problemas, además de ser una herramienta social áltamente útil, sin embargo el no poseerlo, luego de los balances generales, no está nada, nadita mal.


Así como yo pude, ¿Ustedes podrían vivir sin celular 10 meses?
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