me acomodo el polo antes de empezar a escribir esta tarde esperada, y es que dos años después, esto no es una tarea regular. Han pasado tal vez, la mayor cantidad de cosas influyentes que hayan aparecido juntas en estos dos años, que en cualquier otra etapa de mi vida. Desmembraremos en poco, imaginen.
Me hallé perdido, totalmente perdido, como nunca antes, tal vez. Sin refugio, pero con esperanza urgé en internet, en esa fuente a la que siempre le estaré agradecido y decidí utilizar mis redes sociales olvidadas, entre ellas, twitter. Emergente página minimalista que te animaba desde un fondo celeste y sin un fin muy claramente definido, a 'twittear' o mejor dicho, enviar SMS a un foro de 'amigos'? Algo que hoy entiendo es que si no te actualizas, mueres. Más de 50 personas en Lima hoy son parte de mis amigos twitteros, muchos de ellos, excelentes seres humanos, tan iguales a todos nosotros tanto como nosotros mismos.
Fue desde ahí que como una catarata inmensa las cosas empezaron a darse parte 1: amigos, salidas, alcohol, fotos, más amigos y la parte 2: amigos, salidas, alcohol, fotos, más amigos (aquí insertamos parte 1 en parte 2), etc, etc. Una maravillosa escena se daba frente a mis ojos, lograba volver a hallarme entre todo mi mundo, ese mundo infalible a la mi decepción, siempre tan adecuado y construido a mi medida, bien para hacerme sentir normal o bien para confirmarme lo solo que estaba del sistema social que veía.
María José, mi mayor pilar en mi vida social y personal había muerto. muerto para mis ojos que ya no podrían verla en las noches comprando tragos baratos o danzando sin control entregándose a mis brazos enredados a su cadera, rodeados de nuestro mundo e historias adolescentes tan fáciles y tan dramáticas a la vez, experimentando con nuestras vidas y sentimientos. Debía volver a su país, luego de más de 15 años de residir en Lima y contarme con tanto placer sobre lo increible que se la pasaba en las vacaciones que obtenía junto a su familia en la tierra que extrañaban, cada dos años. Una vida muy inestable apareció ante mi, entre un futuro académico incierto y una vida social de plástico color pastel.
Sin embargo, no me estaba yendo mal, me recuperaba junto a diferentes formas de ver la vida, diferentes maneras de interpretar lo que sucedía, pero con una historia idéntica, la del internet y la de la sensación de ser parte de esta primera generación del social media a cada hora. No puedo negar que Luego de 4 años de estar al lado de una chica, compartir con tanta confianza junto a amigos afines era muy satisfactorio.
Sonrisa adorable, altura adecuada y un gran lago en sus ojos, de esos que al ver sientes que la persona que porta esa marca es realmente especial. Elementos suficientes para dejar de pasar desapercibida su presencia y migrarla al conocido estado de observación seductora, y fue mutuo.
Decadente, libre, gracioso y lindo, junto a su parapsicológica forma de bailar y la constante energía que portaba para hacer a la gente feliz, me cautivó al instante, tal vez soy onanista inconscientemente pero me recordaba mucho a mí, a la manera en la que veía la vida en ese momento! era la persona que estaba buscando para mí. Todo un niño loco.
Ha pasado un año con 7 meses, y aun estoy de acuerdo con lo que pensé al inicio, a excepción que es todo eso y mucho más, uno lo va sabiendo a medida de conocer a alguien y no creo pueda cambiar de opinión, pese a los recuerdos de tantos problemas pequeños, medianos y grandes que hemos tenido, y el impacto social que causan estas dramáticas turbulencias en nuestras relaciones sociales, hemos crecido balanceadamente, tal y como todo el resto de amigos, a los que, incluso, logro ver más humanos y mundanos de lo que pensaba antes. Es difinitivamente mejor darme cuenta que todo es normal en este mundo.
Paso actualmente por un proceso de infarto, por qué no aceptarlo, de shock al notar cómo el tiempo ha pasado. Tener mi primer trabajo con todos beneficios laborales de ley, me había provocado, finalmente, darme el último empujón y mirar hacia atrás entre tanto confuso recuerdo que ha comido junto a mí, que logré entender y despedir durante mucho tiempo. Cosas tan fundamentales como crecer, soñadas como volar y hermosas como el amor. Aprender a entender lo que es realmente una relación, una promesa, un compromiso, un horario, un valor, un deber, una buena noche, una imagen social, el verdadero valor de no prejuzgar, entre millones más.
Mi equipaje en una recipiente de plástico avanza entre una misteriosa estructura metálica, pasaporte final para enrumbar por los aires, por primera vez; mi corazón palpitaba jadeante, mi cuerpo nervioso caminaba torpe y ansioso por zonas desconocidas del aeropuerto de Lima, era tiempo de embarcar hacia un sueño, gracias a la ostentosa inversión que hago sin mirar a la cara mi creciente economía. Un viaje en avión con ventana es una de las cosas más increibles que un primeriso navegante de los cielos puede experimentar, pero no si su vuelo es de madrugada, entre angustias, emoción, sueño, sorpresa y dos whiskies con una copa de vino tinto.
Pequeños recipientes de plástico, pero suficientes para darme la dosis exacta que me llevaría a Santiago de Chile a las 5:30 am, luego de una cómoda siesta y un intenso e irónico frío de verano. La Policía internacional fue un juicio filmado e indiferente, encontrar mi maleta fue menos traumático de lo esperado y ver a María José otra vez en medio de una hermosa mañana sureña, junto a su padre, hoy menos temido por mí e incluso sorprendentemente hoy más hospitalario. Chile se rendía a mis sueños y un sueño cumplido aparecía en mi larga lista de felicidad.
Asistir al concierto de Britney, personaje fundamental en el desarrollo de mi vida social y superación personal, por más alucinantemente gay que parezca; viajar fuera del Perú, acabar mi carrera, conseguir un empleo adecuado para mí, tener de vuelta un iPod touch, conocer a alguien importante en mi vida, haber probado makis, ver a Manu Chao cantar en Vivo tan cerca de mi, tener a mi madre junto a mí como una gran amiga, verme más seguro, libre y sincero, haber conocido a personas maravillosas, legalizar contento y descubrir una verdadera música perfecta, han sido tan sólo algunas cosas de las maravillas que me han sucedido durante el tiempo que no he estado acá. Pareciera que alejándome del blog, mi vida entra en un estado de actividad casi sísmica, pero siento que esto es simbiótico, yo necesito del blog, el blog necesita de mi vida, y mi vida necita de mí y el blog. Sí que han pasado año y meses que han sonado ya a años, pero no lograba ordenar esta vida, sino hasta que silenciosamente, esta entrada del sitio me lo preguntara y yo, yo sé que necesito su campo, un espacio.
Síguela...
Mi blog. Un espacio en donde expondré muchas de las cosas que me gustan, disgustan e impactan.
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